sábado, 3 de mayo de 2008

Una ET al sur del Sur (1987)


Odio planchar, no se planchar, no soporto planchar, me espeluzna el solo pensarlo y, para colmo ¡¡NO TENGO TABLA!!

A simple vista parece muy práctico que la manta que calma nuestro frío nocturno tenga también varios y rescatables usos y, cual si fuera una multiprocesadora de alimentos, una TV color binorma, un minicomponente multifunción o una lavasecadora cumpla además con el deber de alcolchar el habitat para la estadía momentánea del arrugado elemento.

Se podría alegar en defensa de la manta que comparte con los electrodomésticos mencionados la cualidad de ser compacta. Porque, vaya una a intentar que la tabla ocupe poco espacio (Difícil que el chancho chifle); su solo plegado debería ser tarea exclusiva de los reservistas de Defensa Civil. Es más, el mero acto de planchar tendría que proponerse como su obligación, porque ¿Hay algo mas riesgoso para el corazón, más insultante para los nervios, más frito para la úlcera, que planchar una camiseta de algodón y encima SOBRE UNA MANTA?

Noto que antes de iniciar tan peligroso trabajo su zona de influencia suele estar embuída de un extraño animismo pues cuando se acerca la plancha a la camiseta en cuestión, ésta arruga aún más (alevosa y cobardemente como es característico en estos casos).

Cara desafiante y...argentina, a las cosas. Cuando intento relatar detalles del planchado debo dejar de escribir para realizar la reconstrucción pues, en aquel momento, apelo al botiquín de emergencias y distracciones (única arma para evitar el inexorable stress producido por tan caliente preocupación) que consiste en; auriculares en las orejas, walkman en la cintura, TV encendida frente a los ojos (sin audio), un pañuelo perfumado pegado a la nariz para bloquear el pasaje de eventuales y chamuscados aromas, y decenas de fantasías especialistas en dirijir mi concentración hacia parajes exultantes de erotismo y promiscuidad.

Allí está ya, con la plancha sobre su tela, la ceñida camiseta que he decidido lucir esta noche cuando vuelva a salir en busca de la tentación olvidada y el paraíso perdido.

Observo con acostumbrado horror que rapidamente aparece el primer signo del apocalipsis, la zona del frente por donde ya resbaló la plancha ha quedado impecablemente lisa, pero se puede vislumbrar a través del algodón que en su espalda se marcó con mayor obstinación un pliegue oblicuo y sumamente enervante. No es difícil concluir que la razón de tal espectáculo es el abrazo, ardiente por su circunstancia y apasionado como consecuencia, en el que se han unido ambos lados de la camiseta que, cual eterno amor de telenovela, convierte en vano todo intento de separarlo.

Según conclusiones estratégicas es sabido que si no se puede contra el enemigo hay que unirse a él nomas; y como tampoco es mi intención el frustrar incipientes amores, tomando ambos lados de la camiseta, los una aún más (gamba como pocas yo ¿Eh?) estirándolos hasta lo posible para evitar todo arrugue. La plancha sigue deslisándose con bastante comodidad salvo en los momentos en que alguna arruguita da muestras de una discusión momentánea entre los amantes.

El planchado de las mangas dá para otra historia.

Cuarenta minutos después de haber iniciado la aventura de acercar pasiones ajenas y con la ilusión de que ésto resulte premonitorio para mi salida nocturna, doy por concluído el oprobio.¡Qué satisfacción la del deber cumplido! pero ¡Qué dolor el del cumplimiento frustrado! Porque mi ceñida, sexi, mi sensualmente ajustada vestimenta ha quedado convertida propiamente en una camiseta de dos plazas con un cuello como para tres cabezas y dependencias de servicio.

No tengo ninguna otra ropa digna para ponerme esta noche ni tiempo para pedirla prestada. Quizás deba posponer la salida para futuros fines de semana pero, probablemente, la próxima vez ya será tarde y comprobaré nuevamente lo que me fué destinado en esta vida...llegar siempre tarde donde nunca pasa nada



Hombres del mundo ¡TEMBLAD! Lo seguiré intentando

Foto: Una Et en Euskadi

7 comentarios:

EmPapeLada dijo...

Jajajajajaja, no puedo evitar reirme, porque te digo, similares situaciones he pasado yo, pero no con el final que describes. Es decir, en mi casa hay tabla de planchar, pero me da flojera desplegarla, así que encuentro más práctico (sobre todo cuando estoy apurada) el extender una mantita sobre la cama y proceder al planchado. Yo también ODIO planchar, te diré, pero es el riesgo que hay que correr para lucir...presentable.

Saluditos!

Beatriz Montero dijo...

La plancha es un falso amor, te lo digo yo. Como se cabree con una, es capaz de quemarte una prenda, deformarte los bajos o arrugarte una camisa hasta el infinito.
En la próxima salida pasa de ella. Total, de noche quién lo va a notar. :D

jose montalvo dijo...

Estoy de acuerdo con Bea. Cuídate de esa plancha porque seguro que te está esperando para la próxima y es capaz de brincar y quemarte hasta el ombligo. Te aconsejo que adelante pongas la ropa en la noche debajo el colchon. Verás que al día siguiente, despues de dormir encima de ella, queda igual de arrugada pero con unas marcas del colchon que le da a la ropa un toque muy casual y moderno.
Saludos

Paco dijo...

cosas curiosas... pero aqui en casa el que plancha SOY YO... y relaja un monton.

Edurne dijo...

Jajajaja! Me he reído mogollón con tu relato del planchado.
Te cuento que a mí me pasa algo parecido: ODIO PLANCHAR!
Es lo que peor se me da, con diferencia! Lo demás se me da bastante bien, no hay problema, nadie se ha quejado hasta la fecha, pero planchar... eso ya es harina de otro costal, así que normalmente prefiero delegar, aunque no siempre me libro!

Yo no uso tabla, nunca la hemos tenido en mi casa, y aprendí a planchar como me enseñó mi amatxu: en la mesa de la cocina sobre una manta de planchado y una tela de algodón. Sin ningún problema.
Y cuando me las tengo que apañar en una tabla... las paso más canutas de lo normal, ya ves!

Bueno, y qué tal te fue en el viaje con los adolescentes bulliciosos, y con tu resfriado en plena ebullición también!
Muxutxus!

Bibiana Fernández Simajovich dijo...

EMPA: Lo tuyo si que tiene mérito. ¡Planchar sobre la cama! Eso no es planchado, es malabarismo y encima quedas presentable. Yo me inventé este dicho: "Un buen colgado evita un mal planchado". Eso si,a la hora de colgar la ropa, soy super minuciosa.

BEA y JOSE: Lo que yo creo es que la plancha es una mujer envidosa sin mas, sabe que esa noche va a ser tu noche y ¡ZAS! te la da para que tengas y guardes

PACO:¿¡Relaja un montón!? ¿Cuánto cobras la hora?

EDURNE: Eso es verdad. Cuando me compré la tabla pensé que iba a ser la solución a todos mis problemas, algo mejora, la verdad, particularmente con las camisetas porque los lados no se juntan ¿Pero qué de los hombros de las camisas? A esos no hay con que darles...
En el viaje me fue bastante bien, pude sobrevivir a las discos light que era donde pensaba que me iba a aburrir de muerte, pero lo peor....¡Qué adolescentes son! ¡Qué adolescentes son...los padres!(Desautorizan por tel. lo que autorizaron previamente en la reunión. La prox. vez ...ABSOLUTAMENTE TODO FIRMADO)

Edurne dijo...

Ni te cuento los viejes de estudios que me he chupado...! De todo, ocurre de todo y es un marronazo de armas tomar!
No quiero saber nada de eso, porque se te pierden, se pierden ellos más bien, se saltan a la torera las normas, no te dejan dormir, casi naufragas en el Estrecho, te tiras horas llamando por teléfono a los padres... en fin!
Y todo por nada... porque ni un real de más, ni unas gracias, ni una compensación en horas, en especias, en ná de ná...!

¡¡SI!! TU ME ESTAS DANDO MALA VIDA, YO PRONTO ME VOY A ESCAPAR...