sábado, 29 de marzo de 2008

Una ET al sur del Sur (1988)



¿¡Por qué tuve que encender la tele!? ¿Eh? O ¿¡Por qué justamente a la hora de la oligofrenia!? ¡Tenía que hacer tantas cosas en ese momento! Lavar, planchar, cocinar, escribir pero no ¿Qué hice? Encendí la tele y justamente a la hora de la oligofrenia.

Con la intención de ratificar que cada argentina esconde en lo más íntimo de su ser una “enana masoquista” me quedé mirando (y pa' pior también escuchando) a dos modelitos que en plena pantalla restregaban en mi propia cara la altura que jamás podré alcanzar, la ropa que nunca me podré comprar, y las joyas que nadie me piensa regalar.

Minutos antes de que semejante ostentación provocara mi definitivo enmudecimiento, logré expresar con cierta preocupación; “Si mienten más de la cuenta por falta de fantasía ¿Por qué la verdad no inventan?” Tal plagiada reflexión, y cual si hubiera sido obra y gracia de mágicas telepatías, llegó prontamente a sus adornados labios con tan tentador consejo que en vano intentó la voz de mi conciencia devolverme a mis obligaciones.

“¡Ay señora! ¡No se me pierda la oportunidad de sorprender a su marido o, por que no, reconquistar a su alejado novio (ossea…) luciendo unas espesas, anchas y seductoras cejas! Para eso nada mejor que comprar en la farmacia un poco de aceite de ricino y aplicar suavemente con un cepillito. Su rostro cambiará sin dudas, pues sus cejas habrán crecido propiamente como las de Madonna ¡Y ella sí que tiene éxito con los hombres! ¿Noccierto? "

No tengo marido a quien sorprender y a mis alejados novios solo los podría reconquistar cambiándome el rostro, el cuerpo, la nacionalidad y el carácter…Pero ¿¡Cómo explicarles a mis hijos que la razón por la cual jamás nacerán es que su madre no se ha atrevido a usar una erótica y efectiva receta por el simple hecho de que no le fue dirigida a su persona!? Es más ¿¡Cómo enfrentar al mundo con la decisión de trastocar el equilibrio genealógico por la nimia excusa de negarme a ensanchar mis cejas!? Comprendí que, definitivamente, debía asumir mi compromiso con la vida y que, tal vez, a la hora en que decidiera abandonar ésta irresponsable abstinencia, ningún “langa cruel” resistiría los efectos de tan afrodisíaca vellosidad. Así que, rauda y belicosa, tomé el cepillito por su mango y apuntando hacia el norte en actitud quijotesca, cabalgué hacia el molino de turno más cercano exigiendo al mofletudo farmacéutico; “Urgente Don Sancho, un frasco de ricino”.

Mientras corría hacia mi casa y cual pulpo en plena actividad, mis manos no cesaron de cepillar todo rastro de pelo cuyo crecimiento se originara en mi cara. Hasta mis fosas nasales sufrieron las consecuencias de tanta paranoia, promoviendo groseros estornudos a reglamento en demanda de mejores tratos.



…¡Ya sé que nadie me prometió un jardín de rosas! Pero ¡Tendrían que haberme prevenido, che! ¡Dejarme sola con semejantes resultados!
Porque al poco tiempo de iniciado el embellecimiento de lo que al fin y al cabo tan mal no estaba (ossea…), me comenzó a crecer, no tanto la cantidad de bello nuevo como la longitud del que ya tenía, que asomó sobre mis ojos como un sauce llorón a la vera del río de mis decepciones.
Flequillo, cejas y pestañas pronto formaron una sola cabellera que cubrió mi cara, provocando rápidas reacciones en las masas populares; pues al asomarme a la ventana con la modesta intención de regar mi canterito, la gente de mi generación se unió en único y combativo grito de batalla; “¡¡EL TIO COSA NO HA MUERTO!! ¡¡VIVA EL TIO COSA!!"
Bioquímicos de la University of Machachuchess que estudiaron el caso, concluyeron que un desequilibrado porcentaje en los componentes de la aceitosa fórmula habría provocado esa desproporción en el crecimiento.
¡Irse a estudiar tanto y tan lejos! ¿Pa' qué? Si cualquiera de mis discepolianas amistades huérfanas de secundario hubieran podido informarles lo mismo aunque sin tanta sofisticación… ¡Bien saben esas atorrantas que en mi vida, hasta la fórmula del ricino me ha venido al revés!


Hombres del mundo ¡TEMBLAD! Ya encontraré como atraparlos

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Al final encontraste a la familia Adams, me ha gustado verlos de nuevo. Me gusta como escribes y lo que cuentas. Gracias por compartir esto.

Bibiana Fernández Simajovich dijo...

Gracias por compartir mi ataque de nostalgia y ya sabés...pa`lo que gustes José

jose montalvo dijo...

Excelente blog. Te visitaré a menudo. Por cierto no voy a correr si quieres atraparme. Claro, llegar hasta aquí lleva tiempo.

Bibiana Fernández Simajovich dijo...

¡Ay Jose, Jose! El problema es que la que ya no tiene muchas ganas de correr soy yo. De todas formas....

HOMBRES DEL MUNDO ¡TEMBLAD! TODAVIA ME QUEDA ALGO DE CUERDA

Besos y sos mas que bienvenido

Beatriz Montero dijo...

¡A por ellos!. Con o sin pelo. Gracias por tu coemntario.
Un saludo,

Bibiana Fernández Simajovich dijo...

¡De nada, mujer, de nada!Gracias por tu visita.Y ahora te dejo porque me tengo que ir a depilar...

jose montalvo dijo...

Gracias por tus claras explicaciones en mi blog...ahora ya sé para que sirve el $%&@%& aparato (me he autocensurado por la cuestión de educaditos)

¡¡SI!! TU ME ESTAS DANDO MALA VIDA, YO PRONTO ME VOY A ESCAPAR...